Fragmento de "El libro del cementerio" de Neil Gaiman.


Tumbada en la cama, mientras escuchaba el ruido del tráfico a lo lejos, Scarlett pensaba en todo lo que había sucedido aquella tarde. De pequeña, ella había estado allí, en aquel cementerio; por eso todo le resultaba tan familiar.
Se abandonó a sus fantasías y a sus recuerdos y, en algún momento, se quedó dormida; en sus sueños seguía paseando por los senderos que había entre las tumbas. Era de noche, pero lo veía todo con la misma claridad que si fuera de día: se hallaba en la ladera de una colina en compañía de un niño de su misma edad, pero él estaba de espaldas, contemplando las luces de la ciudad.
—Hola, ¿qué estás haciendo? —le preguntó.
El niño se dio la vuelta, aunque parecía tener problemas para verla.
—¿Quién ha dicho eso? —Y, tras unos instantes, añadió—: ¡Ah, ya te veo! Bueno, más o menos. ¿Me estás haciendo una Visita Onírica?
—Creo que estoy soñando, sí —respondió Scarlett.
—No me refería a eso exactamente —replicó el niño—. Bueno, hola. Me llamo Nad.
—Y yo, Scarlett.
El volvió a mirarla como si la viera por primera vez.
—¡Claro, Scarlett! Ya decía yo que me sonaba tu cara. Has estado esta tarde en el cementerio, con ese hombre, el de los calcos.
—El señor Frost, sí; es un tipo encantador. Me llevó a casa en su coche —hizo una pausa, y preguntó—: ¿Nos has visto?
—Sí, bueno... Suelo estar al tanto de todo lo que ocurre por aquí.
—¿Y qué clase de nombre es Nad?
—Es el diminutivo de Nadie.
—¡Pues claro! Ahora lo entiendo todo. Tú eres mi amigo imaginario, el que me inventé cuando era pequeña, pero has crecido.
Nad asintió.
Era más alto que ella; iba vestido de gris (aunque Scarlett no habría sabido describir su ropa), y llevaba el cabello demasiado largo; ella pensó que debía de haber pasado mucho tiempo desde su último corte de pelo.
—Te portaste como una valiente. Bajamos hasta el centro de la colina, vimos al Hombre índigo y nos encontramos con el Sanguinario.
Entonces algo ocurrió en la mente de Scarlett: fue como si, de repente, todo se acelerara y diera vueltas, y se vio envuelta en una especie de remolino negro y un montón de imágenes se le sucedieron a toda velocidad...
—¡Ahora lo recuerdo todo! —exclamó la chica. Pero lo dijo en la soledad de su
habitación, y ninguna voz le respondió; sólo se oía el ruido lejano de un camión que pasaba por la carretera.

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Cessare
Escritor colombiano. Es autor de las novelas "Siempre nos quedará Bogotá", finalista del Premio Nacional de Novela Corta 2018 organizado por la Universidad Javeriana, y "Al final, el océano", que ocupó el primer lugar en el Premio de Novela Distrito de Barranquilla 2019. Su libro de relatos "Alas para lanzarme de un puente y volar" fue ganador del Portafolio de Estímulos 2020 de la Secretaría de Cultura, Patrimonio y Turismo de Barranquilla en la modalidad de Narrativa.