Registro Lunar



Por: César Mora Moreau.

4:00 a.m.

Pálida, hermosa y brillante, la luna se observa en lo alto del cielo. Aunque estoy un poco adormilado, contemplo con fascinación el satélite en espera del eclipse que ocurrirá en pocas horas. De acuerdo a la prensa mundial, el evento de esta madrugada será el eclipse más corto del siglo con una duración de cinco minutos.

Observo fijamente la luna. No veo mayores cambios. Las nubes empiezan a cubrirla como si fueran un velo.

Espero que las nubes no cubran la luna por completo, pero a medida que pasa el tiempo los cúmulos se interponen entre el cuerpo celeste y mis ojos. La ciudad está dormida. Siento lastima por aquellas personas que se perderán del espectáculo.


4:15 a.m.

Mis temores de esta noche se han vuelto realidad. Las nubes han cubierto por completo la luna. Sin embargo su brillo puede vislumbrarse a través del velo natural.  Pienso en el eclipse del pasado 8 de octubre que no se pudo ver en Colombia por culpa de la nubosidad.

Mi miedo se disipa cuando vuelvo a observar a la luna.

Las nubes y la luna juegan al escondite por varios minutos, hasta que el cielo (o al menos la porción de cielo en donde se ve la luna) está despejado.


4:25 a.m.

Antes pálida, ahora la luna brilla con un resplandor amarillento. Casi parece un faro en medio de la noche. Las nubes continúan a su alrededor, pero ya no se atreven a opacar a la diosa Chía para los muiscas o Diana para los griegos.

Solo hasta este momento reparo en el brillo de las estrellas. No se ven muchas. Imagino que en el campo y en los pueblos el espectáculo debe ser maravilloso.

Una luz brillante y roja atraviesa el cielo. No puede ser una estrella. ¿Será un OVNI? Digamos que es un avión.


4:30 a.m.

En este momento las nubes vuelven a escena y pierdo de vista a la luna durante varios minutos. Sé que debe estar detrás, ansiosa por ser el centro de atención. Las nubes son el telón que antecede el espectáculo.


4:38 a.m.

La luna reaparece y su brillo amarillento ahora no me recuerda a un faro, sino al sol. En momentos como este pienso en las antiguas culturas y entiendo su veneración por esta diosa. Sin lugar a dudas la luna se ve majestuosa. Pienso en un grupo reunido alrededor del fuego contando historias acerca de la madre que los vigila en las noches.  O en las culturas en donde las “brujas” bailaban desnudas bajo los rayos lunares para asegurar la fertilidad. Imagino a un grupo de hermosas mujeres de piel pálida, cabellos de plata y ojos grises bailando en círculos, sin poder alcanzar la belleza de la que es considerada la esposa del sol.


5:17 a.m.

La dueña de la noche empieza a oscurecerse, lo que solo puede significar que el eclipse ha iniciado. Al principio pienso que son ideas mías, pero a medida que el tiempo trascurre el lado izquierdo del satélite empieza a tornarse de un color marrón. De un momento a otro la sombra se extiende por toda la cara lunar. Esto ocurre a una velocidad tan sorprendente que no debo distraerme.


5:24 a.m.

La luna empieza a observarse más lejana. Ya no hay rastro del brillo amarillento. Todo lo que veo es un diminuto punto rojo.

Es increíble su rapidez en desaparecer. En cuestión de segundos no hay rastro de ella en el cielo.



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Cessare
Escritor colombiano. Es autor de las novelas "Siempre nos quedará Bogotá", finalista del Premio Nacional de Novela Corta 2018 organizado por la Universidad Javeriana, y "Al final, el océano", que ocupó el primer lugar en el Premio de Novela Distrito de Barranquilla 2019. Su libro de relatos "Alas para lanzarme de un puente y volar" fue ganador del Portafolio de Estímulos 2020 de la Secretaría de Cultura, Patrimonio y Turismo de Barranquilla en la modalidad de Narrativa.