Por motivo de semana santa, decidi crear este breve relato que tiene como protagonista a Maria Magdalena:
La mujer se arrodillo, cerro los ojos y temerosa espero que su final llegara.
Habia corrido largas distancias escapando de la multitud, pero ya estaba cansada no queria luchar mas.
- matenla - vocifero un anciano que sostenia en alto una piedra - pecadora.
Maria Magdalena no se defendio, era culpable de todo lo que la acusaban.
- adultera - grito una mujer furiosa.
La multitud se lleno las manos de piedras, Maria ahogo un suspiro y lloro en silencio.
- ¡quien este libre de pecados que lance la primera piedra! - exclamo un hombre vestido de blanco, su voz le era tan familiar a Maria.
La mujer abrio los ojos y contemplo al hombre que la habia liberado en el pasado.
- levantate Maria - el hombre, de belleza sobrehumana, le tendio la mano a la mujer - no temas.
Un poco temerosa tomo la mano de Jesus, era la segunda vez que lo veia y en las dos veces la habia salvado.
- le debo mi vida - los ojos de Maria se llenaron de lagrimas, intento arrodillarse nuevamente, pero Jesus no se lo permitio.
Practicamente lo acababa de conocer, pero no podia negar la atraccion que sentia hacia el, nunca antes se habia sentido asi por un hombre.
Aunque intentaba disimularlo cuando estaba junto a los otros apostoles, era inevitable esconder sus impulsos.
Refugiados en la casa de Simon, retiro el calzado de los pies de su maestro y los perfumo y lavo, recogio sus largos y castaños cabellos y seco los pies. Tardo varios segundos en incorporarse, cuando lo hizo, se alejo apenada de Jesus.
- ¿que sucede? - pregunto Jesus.
Maria se acerco a el, no podia creer lo que su corazon sentia.
- no debe saber, mi señor - Maria se esforzo para no llorar.
- cuentame.
- creo que me he enamorado de usted.
A pesar de su confesion, Jesus no se alejo de ella. ¿porque deberia?
Se habia acostumbrado tanto a su compañia que cuando se entero que Jesus iba a ser crucificado, sintio panico y miedo.
- no me abandones - Maria beso los labios de Jesus - eres mi vida, no puedo seguir si tu no estas.
- debo hacerlo Maria - Jesus estrecho con fuerza la delicada muñeca de la mujer que amaba.
Maria recordo aquellas vivencias mientras observaba como le arrebataban el hombre de su vida.
Cada golpe que recibio Jesus en el cuerpo, Maria lo sintio en el alma. Aparto su vista de la enorme cruz donde reposaba su amor y se alejo del lugar.
Necesitaba estar sola para poder llorar tranquilamente, se sintio culpable por no hacer nada para defenderlo, pero todo ya estaba escrito, ella no podía cambiar nada.
Se sento sobre una roca y las escenas de la vez que casi la apedrean acudieron a su cabeza, sonrio y recordo las palabras con que Jesus le habia defendido.
Sentia un gran vacio en su interior. Pensar que ya no escucharía sus sabias palabras, sus halagos, sus frases de amor, la destrozaron.
Un viento la rodeo, sus cabellos ondearon y una inconfundible voz susurro a sus oidos "volvere". Visualizo el cielo y contemplo una hermosa paloma.
Debia ser fuerte...
Todavia estaba oscuro, habian pasado tres noches desde la muerte de Jesus. Maria se encaminaba al sepulcro para visitar a su maestro.
El cielo tenia un tono azulado y las estrellas brillaban como nunca. Cuando llego al sepulcro y se percato que la piedra que lo sellaba no estaba en su lugar, corrio desesperada al interior.
Al ver que Jesus no estaba, rompio en llanto.
- ¿donde estas mi señor?
Maria vislumbro la silueta de dos angeles.
- ¿mujer porque lloras? - preguntaron al unisono.
- se lo llevaron, se han llevado el cuerpo de mi maestro.
Una sombra aparecio en el sepulcro y repitio la pregunta de los ángeles.
- señor digame a donde lo ha puesto, yo me lo llevare.
- Maria - musito la sombra, la muchacha levanto la cabeza y vislumbro a su maestro, a su amado, a Jesús. Había vuelto de la muerte.
El corazon se le acelero de la emocion, Jesus seguia junto a ella y estaba a su lado.
Cuento original de Cesar Mora.
La mujer se arrodillo, cerro los ojos y temerosa espero que su final llegara.
Habia corrido largas distancias escapando de la multitud, pero ya estaba cansada no queria luchar mas.
- matenla - vocifero un anciano que sostenia en alto una piedra - pecadora.
Maria Magdalena no se defendio, era culpable de todo lo que la acusaban.
- adultera - grito una mujer furiosa.
La multitud se lleno las manos de piedras, Maria ahogo un suspiro y lloro en silencio.
- ¡quien este libre de pecados que lance la primera piedra! - exclamo un hombre vestido de blanco, su voz le era tan familiar a Maria.
La mujer abrio los ojos y contemplo al hombre que la habia liberado en el pasado.
- levantate Maria - el hombre, de belleza sobrehumana, le tendio la mano a la mujer - no temas.
Un poco temerosa tomo la mano de Jesus, era la segunda vez que lo veia y en las dos veces la habia salvado.
- le debo mi vida - los ojos de Maria se llenaron de lagrimas, intento arrodillarse nuevamente, pero Jesus no se lo permitio.
Practicamente lo acababa de conocer, pero no podia negar la atraccion que sentia hacia el, nunca antes se habia sentido asi por un hombre.
Aunque intentaba disimularlo cuando estaba junto a los otros apostoles, era inevitable esconder sus impulsos.
Refugiados en la casa de Simon, retiro el calzado de los pies de su maestro y los perfumo y lavo, recogio sus largos y castaños cabellos y seco los pies. Tardo varios segundos en incorporarse, cuando lo hizo, se alejo apenada de Jesus.
- ¿que sucede? - pregunto Jesus.
Maria se acerco a el, no podia creer lo que su corazon sentia.
- no debe saber, mi señor - Maria se esforzo para no llorar.
- cuentame.
- creo que me he enamorado de usted.
A pesar de su confesion, Jesus no se alejo de ella. ¿porque deberia?
Se habia acostumbrado tanto a su compañia que cuando se entero que Jesus iba a ser crucificado, sintio panico y miedo.
- no me abandones - Maria beso los labios de Jesus - eres mi vida, no puedo seguir si tu no estas.
- debo hacerlo Maria - Jesus estrecho con fuerza la delicada muñeca de la mujer que amaba.
Maria recordo aquellas vivencias mientras observaba como le arrebataban el hombre de su vida.
Cada golpe que recibio Jesus en el cuerpo, Maria lo sintio en el alma. Aparto su vista de la enorme cruz donde reposaba su amor y se alejo del lugar.
Necesitaba estar sola para poder llorar tranquilamente, se sintio culpable por no hacer nada para defenderlo, pero todo ya estaba escrito, ella no podía cambiar nada.
Se sento sobre una roca y las escenas de la vez que casi la apedrean acudieron a su cabeza, sonrio y recordo las palabras con que Jesus le habia defendido.
Sentia un gran vacio en su interior. Pensar que ya no escucharía sus sabias palabras, sus halagos, sus frases de amor, la destrozaron.
Un viento la rodeo, sus cabellos ondearon y una inconfundible voz susurro a sus oidos "volvere". Visualizo el cielo y contemplo una hermosa paloma.
Debia ser fuerte...
Todavia estaba oscuro, habian pasado tres noches desde la muerte de Jesus. Maria se encaminaba al sepulcro para visitar a su maestro.
El cielo tenia un tono azulado y las estrellas brillaban como nunca. Cuando llego al sepulcro y se percato que la piedra que lo sellaba no estaba en su lugar, corrio desesperada al interior.
Al ver que Jesus no estaba, rompio en llanto.
- ¿donde estas mi señor?
Maria vislumbro la silueta de dos angeles.
- ¿mujer porque lloras? - preguntaron al unisono.
- se lo llevaron, se han llevado el cuerpo de mi maestro.
Una sombra aparecio en el sepulcro y repitio la pregunta de los ángeles.
- señor digame a donde lo ha puesto, yo me lo llevare.
- Maria - musito la sombra, la muchacha levanto la cabeza y vislumbro a su maestro, a su amado, a Jesús. Había vuelto de la muerte.
El corazon se le acelero de la emocion, Jesus seguia junto a ella y estaba a su lado.
Cuento original de Cesar Mora.
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