Un cuento de brujas
El reloj de pared anuncia las 12:00 am, tú y tus amigas están sentadas en el piso mientras preparan la sesión espiritista.
- ¿están seguras que nada malo ocurrirá? – pregunta Kelly, la más temerosa de las chicas.
- ¡que no! – exclama María, la bruja – ya lo he hecho miles de veces.
Permaneces en silencio, tienes mucho miedo, lo disimulas, no quieres parecer una cobarde.
María enciende una vela y Kelly y tú miran expectantes.
- ¿Cómo aprendiste a hacer magia? – pregunta Kelly temblando.
- Mi abuela me enseñó – a la luz de la vela, los grandes y pardos ojos de María se ven rojos. Estas muy asustada, tu rostro te puede delatar.
Un frio viento se cuela por la ventana lo que amenaza con extinguir la llama. Miras desesperada el reloj, 12:01.
Sientes que alguien se cuela de la misma forma que el viento. La lámpara de la habitación se enciende y las tres gritan aterradas al unísono.
- ¿Qué pasa aquí? – pregunta la madre de María furiosa, - Jenny, llegaron por ti.
Te levantas, tomas de la cama tu maletín y te despides de tus amigas. Tienes la sensación que alguien camina junto a ti, te das la vuelta, pero no ves a nadie.
Siempre dudaste que María fuera bruja, pero la idea que por error hubiera liberado a algún espíritu maligno te quita el aliento.
Al salir te das cuenta que el carro de tu papá no está por ningún lado, vuelves a la casa de María y tocas la puerta una vez, dos veces, tres veces, pero es como si no hubiese nadie dentro.
- ¡María! ¡señora Christina! ¡Kelly!
Nadie responde a tu llamada, tocas con más fuerza pero es como si las personas que estaban dentro se hubieran esfumado.
Las calles están solitarias y la luna no se ve por ningún lado, insistes para que te abran, pero nada sucede.
Debes hacer algo para entrar, piensas desesperadamente. Pasan por tu cabeza ideas de lo más ridículas.
- ¡señora Christina! – el silencio te responde, pero en ese momento caes en cuenta que la ventana del cuarto de María está abierta.
Corres hacia la ventana con la esperanza que no la haya cerrado.
- ¡Dios gracias! – exclamas mientras te escabulles al interior. El cuarto está a oscuras, la vela y los objetos esotéricos todavía permanecen en el piso, pero no ves ni a tus amigas, ni a la madre de María.
- ¿dónde están? - preguntas con la voz entrecortada.
- ¡Aquí! – responde María.
Cuando sales del cuarto encuentras a Kelly llorando en un rincón, ella al percatarse de tu llegada te advierte que hay un fantasma.
Corres hacia el baño y te encierras desconcertada. Al mirarte te das cuenta del terror que refleja tu rostro.
Cierras los ojos y respiras, Las manos te tiemblan, vuelves a mirarte en el espejo. María está detrás ¡los fantasmas del pasado han vuelto!
Gritas aterrada, una enfermera vestida de blanco en un cuarto acolchonado te rodea con el brazo mientras en tono consolante musita:
- Ya paso todo, María.
No comprendes porque aquella desconocida te llama María, tú te llamas Jenny.
- ¿confundida? – pregunta una figura vestida con una túnica negra.
- ¿María? – te levantas y das un paso atrás. El cuarto acolchonado se desvanece junto con la enfermera.
- Démosle inicio al aquelarre – exclama María. Estás nuevamente en el cuarto de tu amiga, hay velas por doquier y Kelly está a tu lado.
- ¿aquelarre?
- ¡reuniones de brujas, tonta! – grita María con ferocidad.
- Eso quiere decir que… - tu voz es chillona.
- Que deductiva eres Jenny. Si, ¡somos brujas!
Miras el reloj. 12:02.
cuento original de Cesar Mora
cuento original de Cesar Mora
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